Estados Unidos y su pivote hacia el Pacífico

Estados Unidos libra, o al menos libraba, su particular pulso por la hegemonía en Asia Pacífico frente a China. Motivo principal por el cual el águila no le quita ojo al dragón asiático en lo que respecta al mar del Sur de China y sus archipiélagos.

Estados Unidos comparte intereses con China, ya que un tercio de las rutas comerciales del planeta y la mitad de los aprovisionamientos mundiales de gas y petróleo se distribuyen a través de las aguas del Pacífico.

Para ambos Estados, la libertad de navegación y la importancia de la seguridad marítima parecen indiscutibles. Esta convergencia de intereses llevaba a matizar las posiciones, en apariencia totalmente encontradas, de ambas potencias. Sin embargo, la elección de Donald Trump como nuevo Presidente america puede dar lugar a modificaciones en los espacios de poder en la región fruto de la nueva política exterior de Estados Unidos.

La Administración Obama y el «Pivote hacia el Pacífico»

Estados Unidos, durante la presidencia de Obama, calificaba la zona del Mar del Sur de China como de «vital interés nacional» durante el Foro Regional de la ASEAN en julio de 2010. La entonces Secretaria de Estado, Hillary Clinton, aseveró que «los Estados Unidos tienen un interés nacional en la libertad de navegación, el acceso abierto a los espacios marítimos comunes de Asia y el respeto por el Derecho Internacional en el Mar del Sur de China.» Todo ello dio lugar a la elaboración durante la presidencia de B. Obama del denominado «pivote hacia el Pacífico«, buscando una mayor influencia norteamericana en Asia y contrarrestar la política china, cada vez más incisiva y agresiva en la región. Por su parte, China equiparaba la zona al tratamiento del Tíbet y Taiwán como respuesta a las declaraciones de H. Clinton.

Durante las últimas legislaturas, se ha producido un aumento en el número de incidentes sino-americanos, tanto a nivel político con las declaraciones de Estados Unidos apoyando a Japón contra la Zona de Defensa de Identificación Aérea (ADIZ en sus siglas en inglés) declarada por China en el Mar de China Oriental; como sobre las aguas en disputa, cuando el crucero clase Ticonderoga USS Cowpens se vio obligado a realizar una maniobra evasiva para evitar colisionar con un barco de guerra chino, auxiliar del portaaviones Liaoning que llevaba a cabo lo que el Ministerio de Defensa chino definió como una «patrulla rutinaria».

Incidiendo en la cuestión estratégica, China busca establecer dos líneas defensivas para contrarrestar la presencia americana en una zona que considera bajo su entera área de influencia. La primera, formada por una primera cadena de islas desde las Senkaku/Diaoyu hasta Indonesia, y una segunda que se extiende desde Japón hacia el sudeste, incluyendo las islas Marianas y Guam, continuando hacia el sur hasta Nueva Guinea. Con ello ganaría el control del Mar de la China Meridional y sobretodo, un acceso abierto al Pacífico de una parte, y de otra reforzar la navegación con el llamado “collar de perlas” hacia el Índico.

Más allá del interés económico, Estados Unidos, mantiene una presencia militar considerable desde 1945 así como acuerdos de carácter militar con países como  Filipinas, Australia, Japón, Corea del Sur, Vietnam, Indonesia y Malasia.

Presencia militar de EEUU en el Pacífico

Presencia militar de E. E. U. U. en el Pacífico. Reuters

La Administración Trump

La reciente elección del candidato republicano Donald Trump va a tener un impacto directo en la política exterior americana referente al Sudeste asiático.  Como muestra, fue significativo los contactos entre el presidente electo y la presidenta de Taiwán, Tsai Ing-Wen. Un movimiento previo a su toma de posesión y que mostraba a las claras que no se sentía obligado por decisiones políticas de anteriores gobiernos. A pesar de ello, Estados Unidos seguirá con su «política de una China» en relación a Taiwán frente al «principio de una China» defendido por Pekín.

No parece que el «pivote hacia el Pacífico» vaya a desarrollarse, dado el enfoque más nacionalista («America First«) y de repliegue exterior de D. Trump. Ésto no quiere decir que el Presidente y su Secretario de Estado, R. Tillerson, ignoren completamente un área geográfica clave en la actualidad. Sin embargo, sí parece que el enfoque en la región se va a centrar más en cuestiones comerciales y en la Península de Corea, concretamente en Corea del Norte.

Sin embargo, la percepción de los ciudadanos asiáticos es bien distinta. En una encuesta reciente del ASEAN Studying Centre del ISEAS-Yusof Ishak Institute, sólo un 4,3% de los encuestados considera la región del Sudeste asiático como la más importante para el nuevo gobierno norteamericano y un 43,8% califica como «poco de fiar» a la Administración Trump.

ASEAN Studies Centre. (2017). How do Southeast Asians View the
Trump Administration? Retrieved from https://www.iseas.edu.sg/images/centres/asc/pdf/ASCSurvey40517.pdf

La decisión del Presidente norteamericano de no ratificar el Tratado Comercial Transpacífico (TPP) buscar acuerdos bilaterales comerciales puede reducir la presencia norteamericana en la zona, lo que sin duda aprovechará China para seguir fortaleciendo su posición en lo que considera su mar.

Por otro lado, hay que valorar la fiabilidad americana, dado el comportamiento y las declaraciones de D. Trump hasta el momento. Por un lado, es un Presidente con un marcado carácter empresarial, inexperto en política exterior y con una personalidad muy marcada, por lo que su análisis se basa principalmente en beneficios directos obtenidos. Sin embargo, pudieramos estar, sin sospecharlo, ante la personificación en clave de siglo XXI del Príncipe de Maquiavelo.


Imagen destacada: .Ajedrez de Castelar. Tablero de laca, fichas de marfil. Cantón, China, 1840. Cortesía del Museo Oriental de Valladolid www.museo-oriental.es

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